¿Está sobrevalorada la humildad en el deporte? (+18)
Aviso: Artículo no apto para niñ@s. Este artículo no pretende ser una apología de la falta de humildad. Solamente pretende ser una reflexión que se salga de los cánones políticamente correctos en los que a veces nos encontramos inmersos.
¿Qué tienen en común Muhammad Ali, Michael Jordan, Jorge Lorenzo, Mike Tyson, Cristiano Ronaldo, Usain Bolt, Floyd Mayweather, Maradona, Serena Williams, Michael Phelps, Garry Kasparov, Pelé, Lebron James, y Ronda Rousey? Pues que, además de ser grandes deportistas, se han caracterizado por autoproclamarse en algún momento como los mejores en su disciplina.
Cuando nos ponemos a analizar la personalidad de los deportistas más destacados de la historia uno puede darse cuenta de algo sorprendente: muchos de ellos no son precisamente un ejemplo de humildad. De hecho el porcentaje de grandes deportistas “no humildes” es sospechosamente alto. Y más teniendo en cuenta que esa actitud está penalizada socialmente (recuérdese el revuelo que provocó el “Soy rico, guapo, y un gran jugador” de Cristiano Ronaldo).
La humildad tal y como la entendemos nosotros es la característica propia de las personas que no se sienten más importantes o mejores que los demás, independientemente de las cualidades que posean o los logros que hayan conseguido.
En nuestra sociedad imperan unas expectativas sobre cómo es preferible o adecuado que se comporten las personas. Es lo que llamamos valores y entre ellos la humildad es uno de los que tiene mayor consideración. Por ese motivo los deportistas (o entrenadores como por ejemplo Mourinho) que proclaman la bondad de sus cualidades suelen despertar antipatía en mucha gente a pesar de que realmente hayan demostrado ser buenos, ya que con esa actitud están rompiendo una norma social o cultural por la que se rige nuestro comportamiento.
Así pues, la humildad es un valor que se intenta fomentar en los niños, ya que todos estaremos de acuerdo en que es muy positivo para su desarrollo. Con ello aprenden a no infravalorar a nadie, respetar a los demás, aprender a perder, y a reconocer aspectos a mejorar, por ejemplo.
Pero, ¿y en la edad adulta? ¿Cuándo ya poseemos madurez intelectual sigue siendo perjudicial creerse bueno en el desempeño de alguna actividad?
Yo pienso que tiene algunos inconvenientes pero también alguna gran ventaja. Por ejemplo, la falta de humildad, es decir, sentirse mejor que la media en algún aspecto, nos da la posibilidad de poder construir una buena autoimagen de nosotros mismos. ¿Es posible tener un buen autoconcepto sin creerse bueno en algo? No, ¿verdad? Es difícil tener confianza en uno mismo sin tener un buen autoconcepto. Y es difícil tener un buen desempeño y disfrutar de nuestro deporte sin confianza.
Otra posible ventaja es que la falta de humildad obliga a trabajar duro para poder estar al nivel que uno presupone que tiene ya que, de lo contrario, uno quedaría “retratado” como un fanfarrón ante sí mismo y ante los demás. La falta de humildad añade presión al deportista, cosa que puede beneficiarle o perjudicarle en función de su forma de ser y de sus creencias. De hecho, los grandes atletas que he citado al inicio del artículo se han caracterizado precisamente por saber gestionar las situaciones de presión, cosa que encaja con su personalidad “no humilde”.
Evidentemente la falta de humildad también tiene sus peligros, como por ejemplo la posibilidad de subestimar a los demás. Otro gran inconveniente es la penalización social que comporta una actitud considerada como arrogante, tal y como ya he comentado. Por ese motivo, seguramente muchos deportistas de forma muy inteligente adoptan una actitud de falsa humildad. Es decir, creerse buenos pero no expresarlo públicamente. ¿Alguien cree que Leo Messi o Roger Federer no se sienten como unos de los mejores de la historia a pesar de no afirmarlo cuando se les pregunta?
muy interesantes tus articulos, gracias